Estudio de un diseñador de calzado deportivo para una marca Ilicitana
determinada.
Del estudio y del diseñador sale un modelo que al jefe de
sección correspondiente, l e gusta y decide llevarlo a marqueting.
Dan el visto bueno y después de ver materiales, hormas y
colores, deciden pasar a producir el modelo.
Se ponen contacto con
la fábrica de China y comienzan la producción de unos cientos de miles de pares
de este deportivo.
Al cabo de 9 meses llega a las tiendas de deportes españolas
y comienza la campaña de publicidad, pero en esta ocasión la campaña
publicitaria no ha precedido a la zapatilla.
Un corredor habitual de carreras populares (no profesional
ni de élite) se pasa por la tienda y se queda mirando el modelo, le agrada sus
formas, sus colores, parecen ser agradables y fuertes, tienen buena amortiguación
y la suela es bastante flexible.
Después de probárselas y convencerse, decide llevárselas
para ver cómo le sientan al correr por
asfalto.
La zapatilla no se lo cree, hace seis meses que ha nacido y
ya tiene dueño, alguien se ha interesado por ellas y entre todos los pares
hermanas y primas que había en la tienda, la han elegido a “ella”, sabe que no es
fácil el salir del estante y menos de la caja que la tiene encerada, con su
bolsita de gel anti humedad, su papel de envoltorio tan suave, y el cartón
conformado para mantenerla tersa y sin una arruga. Pero ha sido elegida y deja
a sus compañeras de tienda.
Después de un viaje agradable en el asiento trasero del
coche de su nuevo dueño, llega a la casa.
De nuevo la sacan de la caja, le quitan toda la protección
que tiene y le introducen un pié envuelto en un calcetín. Comienzan a tirarle
de aquí y de allí, apretarle unos cordones para que se ajuste a aquel pié sin
contemplaciones, sin la menor delicadeza, el pie, se contorsiona buscando
formas imposibles, le aplastan la puntera, sin saber porqué.
Por último le tiran de la lengüeta, casi se la sacan de la
parte del empeine, le hacen un nudo a los cordones que casi la ahogan. No el pie no se saldrá de ella, está ajustado
como si hubiese estado siempre dentro de ella. Mira a su lado y ve a otra
compañera que le están haciendo la misma faena,” pobrecilla” con lo feliz que
era.
Y como si de una
apisonadora se tratase, le viene encima un peso que la aplasta sobre el suelo
sin ninguna contemplación.
Pero no se queda así la situación, al momento nota como se
eleva y despega del suelo para volver a caer sobre el con un impacto tremendo,
una y otra vez, primero el talón, después el empeine, por último la puntera, cada
vez más rápido, cada vez más frecuente, una, dos , tres y mil veces.
¡Hay! Como echa de
menos aquellos días tan confortables en su cajita.
Nada, nada a sufrir el asfalto y evitar que su dueño se
lesione, que es su misión.
Un saludo a tod@s
1 comentario:
Solo le ha faltado ir a comisaria y presentar denuncia por maltrato. Un saludico.
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